Política y pedagogía hermanadas para siempre

Si bien el proceso educativo es resultado de los aportes de la familia, la escuela y la sociedad, algunos estudios muestran que la mayor influencia viene de la sociedad. Por eso la formación y acción ciudadana, constituye en estos tiempos un elemento cuya incidencia en el progreso del país es importante. En ese contexto, las elecciones del 11 de abril convocan a los ciudadanos no solo a ejercer su derecho al voto, sino también a que dicho ejercicio sea asumido con seriedad, en tanto las adversas condiciones económicas, sociales y políticas, y el futuro del país, lo exigen. 

En ese marco, la relación entre pedagogía y política emerge con bastante claridad y permite entender por qué los partidos serios, en momentos importantes, optaron por la institucionalización de las denominadas “escuelas de cuadros”, “escuelas de formación política”, “círculos de estudios”, entre otros; y que su importancia fuera expresada (ya sea en la palabra o en la acción) por personalidades comprometidas con el devenir histórico del país. Es el caso de Luis de la Puente Uceda, que en el marco de la seriedad en el ejercicio democrático, demandaría al referirse a las elecciones de 1963, responsabilidad a las generaciones en su formación y actuación cívica, afirmando:

Hay necesidad de evitar que nuestro pueblo caiga una vez más en manos de cualquier aventurero y que sufra las decepciones correspondientes… Hay necesidad de hacerle ver la estafa de que es víctima para que abandone a quienes se aúpan en sus hombros… para hacerle comprender que está siendo víctima del engaño… hay que esclarecer permanentemente.

Y orientando el accionar político-pedagógico afirmaría:

Que las ideas sean nuestra arma fundamental en esta tarea junto a las masas. Hagamos de la política un apostolado y una pedagogía. Elevemos la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo con el ejemplo y la prédica esclarecedora.

Ciertamente que, en la actualidad, las ideas y obligaciones se hallan divorciadas; no obstante, las esperanzas de modificaciones en el proceder ciudadano, vuelven a resurgir tanto en la percepción como en el entusiasmo de muchos jóvenes, quienes entienden que las decisiones de voto no se reducen a un simple acto, sino que encarna lo más preciado de la persona en el cuerpo de la democracia. Y aun siendo único, al ir lacrado a principios jamás será perdido. En la profundidad de su alegría, nos irán soplando al oído la dulce canción de Billie Eilish: "Todos debemos votar como si nuestras vidas y el mundo dependiera de ello, porque dependen. La única manera de tener certeza sobre el futuro es crearlo nosotros mismos". 

Bien sabemos que, tras los resultados asomará la alegría o la tristeza para quienes, luego de asirse con fuerza a posiciones ideológicas, se comprometieron con la campaña de tal o cual candidato (presidencial o congresal), mientras que, para los habilidosos en subirse al carro en marcha aflorará otro momento para auparse en busca de lograr ventajas individuales; actitudes que concentran el significado de valores y compromisos ideológicos que la pedagogía social articulada a la política va sembrando. 

La vida en comunidad, al continuar su curso, seguirá demandando mayores compromisos a la actividad política, otorgando validez al reclamo de Antonio Gramsci: “Instrúyanse, porque tendremos necesidad de toda vuestra inteligencia. Agítense, porque tendremos necesidad de todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque tendremos necesidad de toda vuestra fuerza”.