Eduardo Zapata
Peruzuela
Para el Gobierno “salvo la constituyente, todo es ilusión”

Algunos vienen ya empezando a usar tal denominación para aludir al futuro del Perú, por las más que obvias coincidencias con los pasos dados por la dictadura del país bolivariano. Pasos guiados aquí por el Presidente, a veces bucólico e ingenuo pastor para los desprevenidos, pero personaje conveniente y simultáneamente silente u ora parlanchín dirigente sindical.
Si se tratase de una lengua donde la desinencia subordina al lexema que lo antecede, tal vez estaríamos más cerca de la realidad. Pues es Venezuela uno de los países que –en concierto con otras naciones, cercanas de Latinoamérica y también lejanas como Irán y Turquía con el Islam de la Yihad– vienen sometiendo la soberanía nacional. No es una casualidad que los sueños de Erdogan por encabezar un gran califato hayan aterrizado por aquí con una agencia de noticias cuya sede está en Venezuela.
Lo cierto es que lo que algunos persisten en ver como contradicciones internas en el seno del gobierno, no resultan tales si vemos la resultante coincidencia en los pasos de estos nefastos sesenta días: vamos camino (con polifonía de voces para distraer) a la entrega de nuestra soberanía ciudadana y de país a intereses de otros países.
¿Repararon en la forma como nuestro bucólico pastor –y a pesar de sus simpatías genéricamente izquierdistas– dejó irse al ex guerrillero Béjar? Ahora vemos, en cambio, un alineamiento de sangre en el respaldo que el ayer virulento dirigente sindical y hoy radical Presidente brinda al personaje Maraví. Hasta le montaron un show de ´solidaridad´ convocando dirigencias sindicales para que el coro de voces clamase “Iber no se va”, contando con la presencia ad hoc de Castillo. Se trata, pues, de hechos y signos concretos.
Visto lo visto, resulta ingenuo pensar en dialogar con el señor del sombrero. Podrán intentarlo los acomodaticios de siempre. Solo que esta vez se trata de ingenuos que prefieren ´creer´ en la ocurrencia de una milagrosa conversión presidencial. Tal vez como exteriorización de una conciencia de culpa al haber apoyado irrestrictamente –desde hace un buen rato y sin la menor visión política– a los dos últimos gobiernos.
Porque Humala y particularmente Vizcarra/Sagasti se preocuparon de sembrar en puestos claves a personajes que iban a posibilitar el advenimiento de un gobierno obediente a proyectos internacionales de signo comunista. Todo ello mientras una gran prensa, en paralelo, se encargaba de pulverizar el poco prestigio de una institución llamada Congreso, de alimentar el anti voto hacia una timorata y soberbia candidata y hasta convalidar el asesinato de otro líder opositor.
En sesenta días y en un blitzkrieg político impresionante, el gobierno ha puesto sus cartas sobre la mesa. Si ayer fue “Salvo el fusil todo es ilusión”, hoy –transitoriamente–, hoy es “salvo la Asamblea Constituyente todo es ilusión”. Es decir, el Poder absoluto para abolir el “viejo y podrido orden imperante”, como rezaba el catecismo de Guzmán.
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