Oscar Silva Valladares

Muerte anunciada: la corona española antes de la lucha emancipadora

La monarquía española en el contexto de la geopolítica europea

Muerte anunciada: la corona española antes de la lucha emancipadora
Oscar Silva Valladares
27 de septiembre del 2024


El poder político-militar español al cual se enfrentan las fuerzas independentistas en Hispanoamérica desde inicios del siglo XIX tiene que ser comprendido en toda su dimensión histórica desde los inicios de la conquista. Una comprensión de estas dimensiones permite entender las íntimas motivaciones, prioridades y limitaciones de la monarquía española respecto a sus dominios en América.

Una limitación recurrente en la comprensión del fenómeno de la independencia hispanoamericana es el desentendimiento por una gran parte de historiadores hispanoamericanos del accionar total de la monarquía española en el contexto de la geopolítica europea desde el siglo XVI. Esta desatención tiene diversas manifestaciones erróneas, incluyendo un romanticismo respecto a la realidad del poder español. Si bien en los primeros años de la conquista España era un gigantesco poder geopolítico en el mundo, ese poderío se desmorona paulatinamente, tiene recuperaciones parciales en tiempos iniciales del dominio de los Borbones, deviene en farsa durante las invasiones napoleónicas y acaba en tragedia con la batalla de Ayacucho.

En 1496 se estableció la alianza de las casas de Habsburgo y Borgoña con la corona española creándose así uno de los mayores imperios de la historia mundial. La monarquía de Carlos I (1516-1556), o Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, incluyó posesiones en Austria, el Tirol, regiones del sur de Alemania, el Franco-Condado y los Países Bajos, y al sur de los Alpes, España, sus dominios en América (el Perú y Nueva España) e Italia, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. Carlos I tuvo un rol central único en la historia de Europa liderando la lucha contra el creciente poder otomano y contrarrestando en sus dominios el reformismo luterano en los ámbitos político, social e ideológico.

Carlos I simboliza el ápice y el inicio de la edad de oro del poderío español el cual, sin embargo, creció y se expandió a pesar de numerosas debilidades intrínsecas y nunca pudo crear en España, y en Castilla en particular, una nación próspera. La agricultura castellana, impedida en gran medida por el gremio de ganaderos que tenían acceso ilimitado a pastos, no tuvo un desarrollo similar a sus pares europeos. La plata originaria de América fue utilizada principalmente para financiar guerras y enriquecer a banqueros y muy poca de ella fue invertida en actividades productivas.

Felipe II (1556-1598) lideró el esfuerzo militar y financiero de la Contrarreforma pero fue incapaz de conquistar a una Inglaterra debilitada y a una Francia desunida y solo pudo conservar la mitad de los rebeldes Países Bajos. Las fragilidades económicas españolas (incluyendo insuficiente producción de carne, trigo, ropa y otras manufacturas básicas) acrecentaron el déficit comercial facilitando la salida de la plata y el oro originarios de América.

Los eventos más dramáticos durante su reinado son la declaratoria de quiebra financiera de 1557 (la que se repite dos veces durante su mandato, la última en 1596), el inicio de la insurrección en los Países Bajos en 1559 y la derrota de la armada española durante la planeada invasión a Inglaterra en 1588. La llegada de largos volúmenes de plata americanos tuvo importantes efectos adversos, incluyendo una fuerte inflación, un desincentivo para el trabajo productivo y una gran emigración a América.

Felipe III (1598-1621) presencia los asentamientos iniciales ingleses y franceses en América del Norte que involucran combinaciones de capital privado con apoyo gubernamental, iniciativas que fueron estimuladas por las debilidades del poderío naval español así como por la necesidad de concentrar su potencial marítimo en la protección en el Caribe de las flotas de transporte de lingotes de metal precioso. A inicios del siglo XVII se inicia también el declive del volumen de plata transportada de América y acontece una nueva quiebra financiera en 1607. El tratado de Amberes de 1609, que establece la Pax Hispánica (una tregua de doce años en la confrontación con los Países Bajos) dio un respiro a España hasta 1621.

La labor de Felipe III puede ser resumida en un anónimo publicado en 1640: ‘Aunque se gozó de paz universal, y en su tiempo se devían reparar males envejecidos, no cuidó de la India, ni de lo interior de España, ni respiró la Real hazienda...’ Pero pese a sus reveses y crecientes debilidades, España aún tenía un papel preponderante en la geopolítica mundial sustentada en su persistente poderío militar y en la utilización de sus recursos de plata americana en el mantenimiento de reyes, ministros, cardenales y obispos incluyendo algunos gobernantes protestantes.

El reinado de Felipe IV (1621-1665) coincide con el reinicio de hostilidades en los Países Bajos (sustentada en la recuperación de Holanda durante la tregua anterior) y con la guerra de los Treinta Años. El esfuerzo militar español ocasiona una nueva quiebra financiera en 1627 y propicia el inicio de la guerra de independencia de Portugal en 1640 que coincide también con una guerra civil en Cataluña. Una nueva bancarrota en 1647 debilita aún más a España y facilita su avenencia a los tratados de Westfalia de 1648 que formalmente reconocen la independencia de los Países Bajos.

El poderío naval español continúa su descenso, en 1659 es superado por Inglaterra y Holanda y poco tiempo después por Francia, debilidades ocasionadas entre otras por una escasez crónica de astilleros y marineros. Desde principios del siglo hasta 1660 se inicia también una activa exploración y expansión territorial portuguesa en el interior de América. El tráfico comercial trasatlántico sevillano disminuye notablemente y a mediados de siglo era la mitad del volumen al inicio de su mandato. Como secuela a las derrotas militares españolas ante Francia en Rocroi (1643) y Las Dunas (1658) se firma el tratado de los Pirineos que reconoce la derrota española en beneficio francés.

Carlos II (1665-1700) fue el último monarca Habsburgo español y a inicios de su gobierno el rey francés Luis XIV reactiva el conflicto con España al invadir los Países Bajos. En 1668 la corona española es forzada a reconocer la independencia portuguesa y una nueva quiebra financiera ocurre en 1692. Los últimos años de su mandato estuvieron dominados por la cuestión de su sucesión con la creciente injerencia política de Austria, Francia e Inglaterra. La innata debilidad física de Carlos II y la sospecha de su posible muerte sin sucesión ocasionan diversos esquemas políticos incluyendo en 1668 un tratado secreto de partición de España entre Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y Luis XIV, seguido por una trama similar en 1698.

Al final de su vida Carlos II, sometido a curaciones extremas que incluyen una sesión de exorcismo, finalmente expresa su deseo de dejar su reino a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, con la condición expresa que las coronas española y francesa nunca debían estar unidas bajo la misma persona. La población española durante el reinado de Carlos II sufrió una gran caída (de 8,000,000 en tiempos de Carlos I a 5,700,000), la agricultura estaba en decadencia y el tesoro en bancarrota. En palabras de José de Gálvez, visitador general en Nueva España, a la muerte de Carlos II España estaba ‘apenas menos difunta que su amo muerto’.

Felipe de Anjou (1700-1746) asume el trono como Felipe V y la oposición austriaca a su mandato genera la guerra de Sucesión Española en 1701 y que acaba en 1713 con la firma de once tratados separados de paz en Utrecht y la pérdida para España de los Países Bajos, Milán, Nápoles, Mantua, Cerdeña y Toscana. Por otro lado, el inicio de la dinastía borbónica trajo a España un rejuvenecimiento político con la participación de expertos franceses en diversos ramos, y favoreció un mayor control del contrabando inglés y holandés en sus dominios en América.

Durante el reinado de Felipe V ocurre el primer desmembramiento del virreinato original del Perú con la creación temporal en 1717 (que deviene en permanente en 1739) del virreinato de Nueva Granada. A lo largo de su gobierno hubo una proliferación de publicaciones condenatorias de la política y de la debilidad e incompetencia de la administración española en los dominios americanos, incluyendo las Noticias Secretas de América de Jorge Juan y Antonio de Ulloa publicadas después de la muerte del rey.

Fernando VI (1746-1759) no tuvo relevancia política significativa dado su estado mental melancólico, su falta de interés en asuntos militares y su gran afición a la música como terapia expresada en recitales nocturnos de Farinelli durante 9 años.

Oscar Silva Valladares
27 de septiembre del 2024

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