Carlos Hakansson

Misión imposible

A propósito de los intentos de terminar con las dictaduras y los autoritarismos en la región

Misión imposible
Carlos Hakansson
24 de septiembre del 2024


Las dictaduras del tercer mundo dependen del apoyo de regímenes extranjeros, con la capacidad suficiente para respaldarlas, dada su influencia en las organizaciones internacionales o mediante asistencia económica frente a los bloqueos comerciales. Consolidan así su perpetuidad a cambio de convertirse en estados aliados a sus intereses globalistas. Sin embargo, ¿qué sucede cuando las condiciones cambian debido a la masiva migración de ciudadanos en busca de oportunidades en otros países?

Recordemos que la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la otrora República Democrática Alemana, durante el periodo de la Guerra Fría restringían la libertad individual, impidiendo a sus ciudadanos cruzar las fronteras para trasladarse a otros destinos. Durante los años ochenta las producciones cinematográficas y diversas series televisivas retrataron el drama de familias enteras buscando escapar de estos regímenes dictatoriales. La caída del Muro de Berlín en 1989 y sus consecuencias para el nuevo orden mundial marcaron el fin de una era, que algunos politólogos se apresuraron en denominar “el fin de la historia”.

Los regímenes opresores que simulan procesos democráticos permiten a sus ciudadanos cruzar libremente las fronteras, a pesar de las dificultades logísticas y económicas para obtener sus pasaportes; no obstante, cuando el modelo se agota y los países vecinos y aliados se distancian por temor a nuevas olas migratorias hacia sus territorios, parece ser el momento de reinventarse y adoptar características de los modelos dictatoriales rígidos: cierre de fronteras para sus nacionales, control estricto del ingreso de extranjeros y mecanismos de seguridad internos para fiscalizar a los medios de comunicación. En la era de las redes sociales, estos regímenes pueden restringir el acceso y uso de diversas aplicaciones para controlar la información circulante.

A todo ello se suma el progresivo olvido del régimen por parte de la comunidad internacional, que se enfocará en otros problemas globales, como son los conflictos armados prolongados o emergentes alrededor del mundo, nuevas depresiones económicas, crisis medioambientales o pandemias que cambiarán las prioridades informativas. De este modo, la dictadura formará parte de la nueva realidad global. La posibilidad de acciones militares por parte de grupos de mercenarios para derrocar a un régimen y controlar su ejército parece una misión imposible, con graves riesgos y efectos colaterales para los ciudadanos. Lo que no se logró en una isla del Caribe, parece aún menos probable en un país con más de veintiocho millones de habitantes y una fuerza armada en cada región. Sin duda la exposición internacional del régimen como productor de procesos electorales fraudulentos es una victoria para la oposición política, brindando una nueva esperanza ciudadana, pero también provocará la respuesta de un régimen con deseos de perpetuidad.

Carlos Hakansson
24 de septiembre del 2024

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