Eduardo Zapata

Los hombre de Baird y nosotros

¿Habrá alguna voz política, firme, decente y patriótica?

Los hombre de Baird y nosotros
Eduardo Zapata
23 de febrero del 2022


Perfume de mujer:
1992. Y uno de los mejores parlamentos producidos en el cine. Las palabras las pronuncia un hombre ciego que ha tomado como su cuidador a un joven. Este está siendo acusado injustamente por una prestigiosa institución educativa americana por una falta cometida por otros; un joven que, por su convicción de no delatar a los compañeros realmente culpables del hecho, opta por callar. Durante el juicio, y refiriéndose a los jóvenes aludidos y a la farsesca institucionalidad, dice Frank Slade, actuado brillantemente por Al Pacino: 

No sé quiénes estuvieron en este lugar, William Howard Taft, William Jennings Bryan, William Tell, como sea. Su espíritu está muerto: si es que alguna vez tuvieron uno, se fue. Están creando un barco de ratas aquí. Un carguero para soplones del mar… Porque yo digo que están matando el verdadero espíritu que esta institución proclama inspirar. La libertad. ¡Qué fraude!”

Lo trata de interrumpir el Director de Debates: “Usted está fuera de orden”.

¿Fuera de orden? ¡Usted no sabe qué es fuera de orden!...Si fuera el hombre que era hace cinco años atrás tomaría un lanzallamas y acabaría con este lugar… Hubo un tiempo en el que podía ver. Y he visto niños como este, más jóvenes que este, sus brazos despedazados, sus piernas descuartizadas. Pero no hay nada como la vista de un espíritu amputado; no existe ninguna prótesis para eso. Ustedes creen que están mandando a este soldado de vuelta con su rabo entre sus piernas, pero yo digo que están ejecutando su alma ¿y por qué? Porque no es un hombre de Baird…¡Hombres de Baird! Si hieren a este muchacho ustedes van a ser bestias de Baird.

El teniente coronel Frank Slade había decidido visitar Nueva York y recurrió al joven luego acusado para que lo acompañase. Durante la película el coronel rechaza los intentos del joven para acercársele y ayudarlo innecesariamente. En el fondo le está dando una lección de principios y de vida.

Volvamos al juicio. Escenografía formal, pero ya vacua de institucionalidad. Autoridades usurpando la ´auctoritas´. Complicidad en la hipocresía. Silencios cómplices. Y el poder de la voz de una sola persona limitada pero con voz firme y virtuosa.

Mucho de esto está ocurriendo hoy en nuestra patria. El Estado, signado ya por instituciones capturadas por la corrupción. La mentira desembozada como arma. La injusticia disfrazada de justicia. Y, junto a ello, el silencio. El silencio de empresarios que creen haberse acomodado aun cuando los soles de hoy sean su muerte de mañana. Muchos medios y hombres de prensa vendidos al poder. Políticos, en fin, sin el más mínimo amor por la patria y la decencia.

Frente a ello, hombres sin virtud –escudados en la emblemática farsesca de las instituciones ´democráticas´– prosiguen su andar gubernamental comprando votos y conciencias por bonos y prebendas. Destruyendo no solo lo poco de institucionalidad, sino acentuando odios y carcomiendo la moral de un pueblo. No deja de ser simbólico el cambio de sombrero de copa por la cabeza ahora descubierta o la gorra nocturna más que sospechosa. ¡Esa es nuestra entraña, pues! Y no tememos ya decirla.

¿Habrá alguna voz política, firme, decente y patriótica, capaz de evitar que los hombres de Baird nos convirtamos en las bestias de Baird?

Eduardo Zapata
23 de febrero del 2022

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