Manuel Gago
Los golpistas se alinean
“Golpe con golpe se paga”

Es cierto, no hay manera de comparar el golpe de Estado del 5 de abril de 1992 con el golpe de Estado del 30 de setiembre de 2019. El primero lo realizó un ingeniero vinculado a la academia en circunstancias terribles para el país: Sendero Luminoso controlaba “territorios liberados”, la economía era inviable y la moral ciudadana en su peor momento. Después del golpe, con la Constitución de 1993 se introdujeron reformas económicas. En 20 años la pobreza de la población se redujo de 60% a 20%; por la Ley de Promoción Agraria, 600 variedades de frutas y verduras están en los mercados más exigentes del mundo y la minería moderna transforma, para bien, la zona andina.
“Golpe con golpe se paga” ha señalado Gregorio Santos, dirigente de Perú Libre (PL) de Vladimir Cerrón, sentenciado y encarcelado por actos de corrupción. Santos es claro: lo del 30 de septiembre ha sido el contragolpe al 5 de abril. Lo que diga entonces el premier de la dictadura, Vicente Zeballos, respecto a la continuidad de los lineamientos económicos no tendrá mayor significación si la mayoría del próximo Congreso decide cambiar el capítulo económico de la Constitución, la fuente del crecimiento económico y desarrollo nacional. Ese es el gran peligro.
El golpista Martín Vizcarra, vinculado a los contratistas del Estado (¿cómo es la nuez?) sería parte de la estrategia de la constructora Odebrecht. El primer acto de la dictadura ha sido ordenar el pago de S/ 524 millones a Odebrecht por la venta de la represa Chaglla, que estuvo a su cargo. Por el acuerdo lesivo al país entre Odebrecht y el Estado peruano, la constructora pagará en 15 años tan solo S/ 610 millones. Odebrecht está quebrada y nunca pagará a Perú. Nos hacen cholitos.
Los golpistas se alinean. Mario Vargas Llosa, “nuestro Nobel”, demoró ocupando fila y pontificando a la dictadura; el liberal español, del lado de los absolutistas y verticalistas. Al arquerito George Patrick Forsyth Sommer se le perdona; no entiende sobre política ni República. Pronto los hueleguisos, lameculos y lustrabotas se alinearán para mantenerse de pie y conformar sectores nuevos de caciques influyentes, acomodados y pudientes, con los presupuestos del Estado.
No obstante, la realidad de los hechos es el poder acumulado por Vizcarra. Controla el Ministerio Público (¿o viceversa?) y el Tribunal Constitucional (TC). La magistrada Marianella Ledesma ha señalado con desparpajo enorme que ella y el magistrado Eloy Espinoza-Saldaña son antifujimoristas. Adelantando opinión, para el magistrado Carlos Ramos la Comisión Permanente del Congreso de la República no tiene prerrogativa para tramitar cambios de los miembros del TC. El “tribuno” agrega que el golpe de Estado es “por el bien de la sociedad”. ¡Magistrados intocables haciendo política abiertamente! De horror. Por su lado, la OEA sabe cuál será el desenlace. Son parte de la avanzada socialista.
Al presidente del Congreso, Pedro Olaechea, no le queda otra cosa que resistir, aun cuando la batalla parece estar perdida. Desde las regiones, la izquierda intentará imponerse en las próximas elecciones congresales. De ser así, el regreso al 3 de octubre de 1968 está cantado, fecha que los jóvenes desconocen y los mayores han olvidado. En doce años la dictadura velasquista impuso la desidia y desgano en la burocracia, y el gasto sin control, y pretendió destruir los valores de la libertad. El espíritu pedigüeño y el paternalismo se profundizaron por medio de los programas sociales: 70% del presupuesto gastado en todo, menos en los pobres y necesitados.
Los pretextos del primer golpista del siglo son el obstruccionismo del Congreso y el manoseado tema de la corrupción. Con el apoyo de la concentración de medios, se le hace creer a la población que la corrupción se concentra en el Congreso y no en las obras que el Ejecutivo, en sus tres niveles, contrata de manera antojadiza y sobrevaluada.
La guerra continúa, y se debe dar batalla en las siguientes elecciones convocadas por la dictadura. La mayor parte de medios, controlados por la publicidad estatal, señalará como corruptos a los candidatos de la oposición. Se debe dar batalla contra el voto electrónico controlado por quien mece la cuna en Perú. Vizcarra, gris y sin modales políticos como todo dictador, es solo una pieza de recambio de la estrategia del marxismo del siglo XXI.
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