Iván Arenas
¿Los abuelos de la nada?
Dos viejos líderes apristas podrían ir juntos en plancha presidencial

Jorge del Castillo y Mauricio Mulder, en apariencia, irían juntos en un solo bloque en las internas presidenciales apristas. Y en caso de ganarlas, tendríamos a una plancha liderada por el propio Del Castillo.
La política tiene un lenguaje simbólico propio. Jorge y Mauricio, Mauricio y Jorge, dan una imagen de viejos políticos; experimentados, con galones propios, hombres de Estado, pero viejos para una generación que está empotrada en las redes sociales. Entre ambos suman alrededor de 140 años, no obstante se dirá que si PPK fue presidente porque no Del Castillo.
Ojo, no quiero decir que la edad sea un bemol para Del Castillo y Mulder. Al final, Aristóteles decía que los viejos –por su experiencia y prudencia– debían ser responsables del gobierno de la polis. Pero resulta que ni Del Castillo ni Mulder viven en una polis griega, sino en el furor de la política peruana que, aunque sigue en las calles, tiene medio pie en las redes sociales, ese estercolero “donde el medio es el mensaje”. Incluso, es un mundo distinto, completamente distinto al mundo en el que el APRA llegó al gobierno en las dos ocasiones.
Pero el principal relato de Del Castillo y de Mulder, sobre todo del primero, es la experiencia de gobierno. La estabilidad frente al desorden. Las obras hechas en lugar de las expectativas y promesas. No obstante, hay un tema: en un mundo como este, parece que las pasiones desbordan y las razones se han quedado en el banquillo. Miren a Milei, Trump y el propio Castillo. Son tiempos de líderes fuertes, de avasalladores, de excentricidades y no de partidos, no de pasividad, no de certidumbres.
Tiempos atrás –es decir, hace más de 50 años–, en la década de 1950, para la generación Z, se decía que el APRA, el Ejército y un diario de tirada nacional eran el “trípode” del poder en el Perú. El APRA hoy no es la fuerza que fue en 1985, 2006, y peor en 1950. Hoy el APRA a pesar de ser un partido de cuadros políticos de primer orden y con una ideología potente –y con afán de revisitarla, además– es un “poder abstracto”, si se me permite la frase. Está, pero no está. Marx decía que “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Ese sólido parece ser el APRA. El sólido norte desapareció porque el APRA dejó de representar las demandas de ese Trujillo nuevo, generado por los migrantes de Cajamarca y San Martín. Un chotano les quitó Trujillo y en adelante.
Contra Del Castillo y Mulder juegan muchas cosas. Entre ellas la palabra “renovación”. Del Castillo y Mulder representan a ese “viejo APRA” frente a un Perú joven y de redes sociales. Y ese “aprismo viejo” parece que no conecta con las clases medias emergentes, de origen provinciano. Es un aprismo incapaz de retirarse a la buena, pero sobre todo incapaz de mostrar un rostro anti establishment. El aprismo, por historia, siempre fue un partido-movimiento anti establishment.
Frente a ellos, a Del Castillo y a Mulder, están otros tándems. Carla García, el “factótum” Quesquén y el filudo abogado Abanto. Está por el otro lado también Enrique Valderrama, el único que ha presentado un equipo de Estado y se presenta como la “renovación total”, juventud y experiencia.
¿Tiene Del Castillo y Mulder opciones? Mejor dicho, ¿tiene el APRA opción? Quizá. No se sabe porque estamos a mucho tiempo de las elecciones presidenciales. Quizá el APRA tenga una mejor posibilidad en la renovación.
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