Manuel Gago
Las manos al fuego
¿Refrescando el Gabinete ministerial?

César Villanueva ha dejado la Presidencia del Consejo de Ministros, según él, por mutuo acuerdo con el presidente de la República, Martín Vizcarra. Resulta difícil ahora que Vizcarra pueda encontrar un primer ministro que ponga las manos al fuego por él, en demostración de absoluta confianza y fe ciega. Y si bien el desempeño de Villanueva no ha sido descollante, no es justo sostener que por su pobre desempeño Vizcarra cae en las encuestas de popularidad.
Villanueva no sobresalió como correspondía al expertise que le precedía: presidente regional de San Martín y casi cuatro meses como primer ministro durante la gestión de Ollanta Humala, aunque fue desautorizado por la ex primera dama, Nadine Heredia, cuando se le ocurrió deslizar la posibilidad de un aumento de sueldo. Su corta permanencia en ese puesto durante el humalismo no fue motivo suficiente para repetir el plato con Vizcarra.
Su carácter “conciliador” debilitó las normas y la Constitución, que deben ser resguardadas por el Ejecutivo. Durante los días que el presidente estuvo de viaje en España y Portugal, cumpliendo solamente compromisos protocolares —periplo que le costó a Vizcarra siete puntos porcentuales de popularidad— Villanueva, representando al Gobierno, se rindió frente a la criminalidad organizada en el Marañón. En la selva petrolera y en los sectores vinculados a la seguridad nacional se sabe que el 60 % de los daños de las tuberías del Oleoducto Norperuano (ONP) han sido ocasionados de manera intencional. El propósito de los sabotajes es cobrar las indemnizaciones por los daños ambientales provocados por el derrame de petróleo. Además, los dirigentes indígenas exigen a las autoridades que ellos mismos deben reparar las tuberías que dañaron; como ha sucedido en el caso de las comunidades del Marañón, que han organizado “empresas” para reparar los daños que ellos ocasionaron. Todos saben eso, menos el ahora ex primer ministro Villanueva.
Villanueva puso las manos al fuego por los dirigentes de Mayuriaga, delincuentes que hacen del Marañón tierra de nadie por la nula presencia del Estado. El ex premier firmó en nombre del Estado un acuerdo camuflado de obras locales, cuando la intención principal siempre fue cobrar por indemnizaciones y reparación de tubería.
Villanueva también habría puesto las manos al fuego por Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular (FP). Esto es de conocimiento público. Villanueva fue el “encargado” en el Congreso de la República de conseguir las firmas necesarias para vacar al ex presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK). ¿Por iniciativa propia? Por supuesto que no. Él, como congresista de Alianza para el Progreso (APP), era aliado de PPK. En esos días, FP todavía era mayoría y tenía la sartén por el mango. Según sus adversarios políticos, bancada obstruccionista.
Por entonces, la estrategia organizada por Gustavo Gorriti y la gran prensa tradicional todavía mantenía en reserva los vídeos que después IDL-Reporteros publicó, coincidentemente, después de la visita del papa Francisco, la Cumbre de las Américas y la eliminación de Perú del Mundial de fútbol Rusia 2018. Videos que escandalizaron al país y que fueron la base del empoderamiento de Martín Vizcarra para una supuesta lucha en contra de la corrupción y para lograr la prisión preventiva de Keiko Fujimori. El resto es historia que se acomoda al gusto de quien quiera.
Si la salida de Villanueva sirve para “refrescar” el Gabinete y enmendar rumbos, en buena hora. Si Vizcarra ha sido iluminado y ha decidido resolver la gobernabilidad enfrentando la parálisis económica, en buena hora. Pero si Vizcarra cree que su popularidad se viene abajo por la culpa de sus ministros, seguirá cayendo aún más. Si el mandatario continúa con el mismo discurso monocorde, sin ofrecer resultados que la población pueda apreciar, su futuro dependerá de las turbas en las calles.
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