Eduardo Zapata

La toma de… la conciencia

Ante un nuevo intento de la “Toma de Lima”

La toma de… la conciencia
Eduardo Zapata
02 de marzo del 2023


Cuando un Estado ha sido implosionado desde dentro –y no se ha limpiado de la administración pública a aquellos personajes sembrados en puestos claves de ese Estado, para robar y destruir– se multiplican los legítimos casos de desazón y rabia. Al perder teleologicidad el Estado, todos nos podríamos sentir marchantes porque cada quien tiene su problema social por el cual podría reclamar. Y en ese escenario se abre la violencia metonímica que signa hoy a las sociedades orales y electronales. Mi caso puede ser diferente y no semejante al del vecino, pero por contigüidad los reclamos se vuelven contagiosos.

En la violencia metafórica –basada en la semejanza/desemejanza y no en la contigüidad– hay bandos claramente diferenciados. Aun por rasgos físicos. La violencia metonímica, en cambio, carece de esa fuerza centrípeta: cada reclamo es una parcela.

Pero la revolución molecular disipada –esa de la que tanto se habla– no es un simple impulsor de los reclamos parciales. Al tener un objetivo político claro, alienta las violencias y las hace converger en una sola. Cobrizos versus blancos/ urbanos versus rurales, por ejemplo. Hasta racismo desembocado.

Cada quien tiene más que seguro por qué reclamar. Pero la revolución molecular subsume todas las rabias, las empaqueta y las convierte en subversión terrorista. Porque su objetivo no es solucionar uno u otro de los problemas de aquellas personas que se han movilizado. Su objetivo es un Nuevo Estado con el simple fin de tener mayor discrecionalidad económica, crear empresas públicas para los amigos y perpetuarse en el Poder con dádivas. Amén de servir -¿traición a la patria?- a intereses geopolíticos de países vecinos. 

Primera toma de Lima. Toma de aeropuertos. Toma de comisarías. Toma de Fiscalías y sedes del Poder Judicial. Segunda toma de Lima. Y hay quienes ya proponen la toma de Puno.

No sé si muchos periodistas serán altoparlantes de los políticos o estamos más bien ya en una relación inversa. Donde los intereses de algunos medios y de conocidos y rentados ´influencers´ terminan por proponer la agenda pública. Con redacciones ad hoc de las noticias, con invitados siempre convenientes, con encuestas siempre oportunas y con comentarios groseramente sesgados hechos por supuestos conductores ´de estirpe´.

El asunto es que las llamadas derechas e izquierdas bailan al son de lo dicho. Tratan, para usar una expresión coloquial, de ´ganarse alguito´. Pero en ese gana-gana imaginario terminan por hacerle el juego a la subversión terrorista que gradualmente va mellando la soberanía nacional y adormilando la soberanía individual. 

Tomas y más tomas. Hasta el momento por herencia o arrebato. Y cero concepción de toma de conciencia. Donde la palabra tomar adquiere más una connotación de dar. De dar-se cuenta, por lo pronto, de que en situaciones subversivas como las que atravesamos el primer deber es saber y saber comunicar la realidad en la que uno se encuentra. Y aquí nos encontramos con una de las carencias más clamorosas del gobierno respecto a la subversión: no saber con claridad si es un bis o continuidad de lo anterior (con lo que ello significaría de agravamiento de la situación) o es una mano política capaz de proponer al país un plan concreto de obras y servicios. No mesas… ¡propuestas! Para que la población toda del Perú sepa dónde está la soberanía y dónde ella no está.

Eduardo Zapata
02 de marzo del 2023

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