Manuel Gago
¿La patria socialista en camino?
No más ricos en un país empobrecido

Cerca del 19% de electores peruanos aspira a una patria socialista. Sin levantar sospechas, desde hace más de 30 años vastos sectores de la población fueron convencidos de esta realidad nada utópica. “Por la patria socialista”, han jurado el congresista Guillermo Bermejo y otros de Perú Libre.
Vladimir Cerrón tiene una ruta firme y conocida: la patria socialista. Los “electoreros” –la mayoría de candidatos– han sido siempre ciudadanos simples, sin doctrina, sin mayor experiencia y conocimiento sobre la sociedad y la política. Los votantes han confiado el país a personas “simpáticas”, de “buen” hablar y “exitosas” económicamente. El resultado ha sido la elección de Pedro Castillo.
En la patria socialista, el hombre –el individuo–, de manera voluntaria o forzada le transfiere al Estado sus responsabilidades inherentes. No se hará cargo de su futuro. Funcionarios públicos –sin credenciales humanas ni académicas, pero políticos– determinarán su destino. La creatividad e impulso de los talentosos serán apagados por decretos. En la patria socialista la voluntad del gran hermano es divina, sin opción a discusiones. Las rondas urbanas serån las encargadas de “corregir” al disidente. El “credo determinista” reemplazará al libre albedrío. El individuo serán convertido en sinónimo de insignificante y masa. Prevalecerán la fe ciega y los dogmas. Quedarán desterradas las dudas y los cuestionamientos. El hombre quedará reducido y enajenado, impertérrito e inconsciente.
En la patria socialista, el liderazgo es único e insustituible. ¡Ay de aquel que ose hacer señalamientos incómodos! Los tribunales cómplices castigarán ejemplarmente la “difamación”. La obediencia –aquella que los padres responsables intentan inculcar en sus hijos durante su etapa de aprendizaje y formación– se impondrá sin dudas ni murmuraciones.
La patria socialista colisiona con las libertades, el respeto a los derechos humanos y las creencias religiosas. Justicia social por los pobre e igualdad son la coartada perfecta para dominar a las mayorías despistadas. “No más pobres en un país rico” conmueve. La riqueza atacada en lugar de ser promovida. El origen del mal es la propiedad privada, abolida en la patria socialista. Todo bien serå de bien común. Ocupar las áreas comunes en los edificios multifamiliares significará la consolidación del socialismo. El no retorno. “El socialismo no va de visita, va para quedarse”, ha señalado Cerrón mucho antes. “Si el gobierno (de Castillo) se desvía, es el partido el que tiene que rectificar la vía”, ha dicho el dueño de Perú Libre en el reciente congreso partidario.
No todos estuvieron avisados, porque ideología y política no son de entendimiento popular. El marxismo extremista avanza firme desde hace más de 30 años. Por lo pronto ha descartado la “guerra popular” y que “el poder nace del fusil” como vía al socialismo. La experiencia venezolana es un hito y Hugo Chávez el ejemplo. El marxismo del foro de Sao Paulo decidió la vía democrática sin importar la destrucción de la legalidad y de las instituciones nacionales.
Vuelve a estar vigente “el fin justifica los medios” de Nicolás Maquiavelo. Mientras las derechas estuvieron ocupadas en lo suyo, acumulando y exhibiendo sus logros personales para la envidia del resto, los marxistas organizaban la victoria. Incomprensible: las clases medias, como consecuencia de la riqueza y la propiedad privada, incorporan en su ser posiciones contrarias a su estilo de vida.
Pedro Castillo es el resultado de un sinnúmero de omisiones que las derechas deben asumir y enmendar. No obstante, Castillo ha pedido a los compatriotas de Perú Libre que no lo presionen exigiendo medidas radicales. Veremos si posee fuerzas suficientes para resistir y quebrar esas presiones.
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