Manuel Gago
Forsay se despinta
El silencio no contribuye al voto informado

La “intención de voto” no estaría resultando. Los “favoritos” a la presidente de la República se despintan por la simple ausencia de apoyo popular.
Por los resultados de la encuestadora Datum, las simpatías de los electores se concentran débilmente en cinco candidatos empatados técnicamente: Hernando de Soto, Verónika Mendoza, Julio Guzmán, Keiko Fujimori y “Forsay”. Desde agosto pasado, Forsyth ha perdido 15 puntos de popularidad; en su caso, seguidores volátiles y jóvenes ilusionados e inexpertos.
En lugar de apuntalar las simpatías atribuidas por las encuestadoras, el exfutbolista elige el silencio para no evidenciar su falta del talante político necesario para resolver los problemas nacionales. Sin exposición de ideas, Forsyth no contribuye al voto informado de los electores.
Por el contrario, la idea de generar riqueza une a de Soto con los emprendedores: el ingenio y la habilidad para comerciar libremente y defenderse en la vida por sí mismos. El economista –a pesar de su poca habilidad como político tradicional– sería la otra cara de la moneda de la improvisación, falta de visión y populismo vistos en los últimos 20 años.
Por el contrario, como ha quedado demostrado durante la cuarentena del coronavirus –controlada por un primer ministro y ministro de Salud, ambos de las canteras del marxismo– el ingenio y la creatividad, características del entusiasmo privado, brillaron por su ausencia. Gastos, protocolos y reducción de la población ocasionaron un número excesivo de personas fallecidas por Covid-19 y un forado económico que costará mucho remediar.
Asimismo, según Datum, un 56% de la población no se siente representada por ninguno de los veintitantos candidatos a la presidencia de la República. El escepticismo se apodera de los electores. La estrategia del marxismo funciona y ha logrado climas de confusión e insatisfacción favorables a las candidaturas oportunistas, populistas y totalitarias. Los ataques y la judicialización de la oposición han logrado animadversión por la política y contra el sector privado.
Las campañas de descrédito contra la industria alimentaria, cines, farmacias, universidades privadas y todo lo que represente inversión no son hechos aislados, son estrategias de demolición con el fin de favorecer a los relatos comunistas. El propósito es enfrentar a la población contra todo aquello que significa generación de riqueza y oportunidades, disminución de la pobreza y reducción de las diferencias de todo orden.
A pesar del fracaso en las tareas mínimas de salud, educación y seguridad ciudadana, el socialismo propone más Estado y asistencialismo con el fin de doblegar a las personas. En Venezuela, para evitar el ausentismo en el fraude electoral de la semana pasada, Diosdado Cabello, el número dos de la dictadura, lo expresó burdamente: “El que no vota, no come, se le aplica una cuarentena”.
En este escenario de incredulidad y avance del socialismo –incluidos los sectores pudientes y acomodados– la derecha popular no se queda de brazos cruzados esperando el gobierno de las turbas manipuladas. Vale recordar que un vasto sector de la informalidad peruana, de origen provinciano, ha sido golpeado duramente por el senderismo. Sus padres o ellos mismos fueron víctimas de asesinatos, secuestros, juicios populares, paros armados e intentos de organizar comisarios controlando las calles de sus poblados. El economista Hernando de Soto, favorito en la baraja de los presidenciables, sería una reacción de la población ante todo lo que acontece. Treinta años después, la “radio bemba” estaría funcionando en las paraditas, mercados, combis, taxis y todo lo que representa la choledad. Ya lo habíamos señalado: las derechas reaccionan.
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