Arturo Valverde
Esta es vuestra hora
Reconozcamos los aportes del Apra y de Alan García

Soy posiblemente uno de los columnistas que más han escrito sobre Alan García y el APRA en los últimos años. Lo hago porque creo que a los peruanos se les ha enseñado a odiar al APRA, cuando no deberían hacerlo. ¿Por qué el Perú no es aprista? ¿Por qué se dice que los peruanos odian al APRA?
En realidad, los peruanos no odian al APRA. Quienes odian al APRA son los dos extremos del país que viven de la ignorancia de la gente: la derecha y aquellos que se autodenominan como la izquierda nacional. A ambos les conviene que los peruanos no lean. A ambos les conviene que no exista APRA, porque saben que el APRA quiere que los peruanos lean, y leer es sinónimo de entendimiento; y en una sociedad donde su gente logra entenderse, pueden ponerse de acuerdo frente a causas nacionales. El problema del Perú es la falta de entendimiento entre los peruanos, por su falta de preparación intelectual.
¿Por qué el Perú no es aprista? Porque no leen. Si los peruanos leyeran más, sabrían que gran parte de lo que hoy es el Perú se debe al APRA del siglo XX. Ministerios como Agricultura, Salud e incluso el Cultura, que en esas paradojas de la vida ha terminado siendo el fortín de esa izquierda inmersa en la cultura y la educación, son ideas apristas.
La idea de sentar en una mesa a quienes tienen en su poder la producción nacional, junto al Estado y los trabajadores para ponerse de acuerdo en sus derechos fue idea aprista: el Congreso Nacional Económico (1931). Ni qué decir de las universidades: San Martín, Villarreal, entre otras, nacieron de ideas apristas. Recuerden que fueron apristas los que crearon las Universidades Populares Manuel Gonzáles Prada, para gente que en ese tiempo no tenía acceso a una educación. ¿Acaso no fue el APRA el que liberó de analfabetismo al Perú en 2011? De eso hay pruebas. La demanda marítima del Perú a Chile también fue idea aprista.
¿Acaso no fue el APRA el que construyó un tren que une a la gente de Villa El Salvador con el centro de Lima? ¿No fue acaso idea aprista unir Lima con Tumbes y Tacna en 14 horas con un tren? Si el APRA hubiera sido Gobierno, ya hubiéramos unido a la gente de Chiclayo, Lima y Nasca. Viajarían más seguros. La gente de Cerro de Pasco viajaría en este momento en tren a Pucallpa, y los de Nasca a Apurímac. Si algún día los peruanos le dan la oportunidad al APRA, tengan por seguro que lo haremos.
La lucha del APRA siempre ha sido contra la ignorancia. Y al que lee, nadie lo saca a la calle a gritar tonterías, nadie lo engaña. Si hay un mérito por el cual no ha sido reconocido Víctor Raúl Haya de la Torre ha sido poner a leer al país, porque es necesario leer para entender el aprismo. ¿Cuánto han leído sobre aprismo aquellos que hoy lo aborrecen? Traidores y aprovechadores del momento siempre habrá. Yo leo con asombro en estos últimos días a mucha gente que hoy habla mal del APRA y de Alan García, pero que hace diez años llamaban a los apristas para que los ayudarán a crearse un nombre, una reputación, una carrera. ¿No tienen memoria de su propia historia? ¡Qué vergüenza!
Haya de la Torre ya no está. Decir “Haya vuelve”, es como pegar stickers en las puertas con el emblema “Jesús vuelve”. Haya nunca fue hayista, como Jesús nunca fue católico, ni Marx fue marxista, ni Mariátegui fue mariateguista. Haya creó el aprismo. Quienes sucedieron a Jesús hicieron de su mensaje una religión, como de Marx un negocio, y lo mismo con Mariátegui que no dejó más que unos ensayos. ¿Sabrán los mariateguistas que fueron los apristas quienes lograron una pensión de viudez para la mujer de José Carlos y sus hijos?
Haya de la Torre dejó doctrina. Solo el tiempo-espacio histórico convierte a los apristas en interpretadores de su realidad. Gritar “Haya sigue siendo el jefe” tiene el mismo sentido que si los católicos gritaran en el Vaticano “Jesús sigue siendo el jefe”. No pueden descender de los cielos a tomar decisiones. Con su muerte se convierten en fundadores, creadores, y los que están en la tierra les toca asumir el liderazgo y defender la idea.
Hoy a los apristas les toca defender a Alan García. Un hombre que le tocó llevar al APRA del siglo XX al XXI. Lo han llamado ladrón, lo han caricaturizado como caballo, en traje a rayas y más. Los apristas no nos defendemos llorando. Pero nuestros enemigos usan la censura o se amparan en la libertad de expresión para cometer sus barbaries intelectuales.
Hoy, nuevamente, la derecha y la izquierda nacional, que no aceptan que el APRA hizo un gran gobierno, hizo obra para los peruanos, pretenden quitarle su lugar en la historia acusando de ladrones a los apristas. Como ya no pueden ir contra las obras del APRA, como lo hizo Humala utilizando a un nieto de aprista, Sergio Tejada, hoy atacan la moral de sus militantes.
A mi generación le tocó vivir el segundo gobierno aprista. Le tocará, ciertamente, defender la obra del aprismo en el siglo XXI, y seguramente darle el reimpulso necesario al APRA.
Ser aprista puede resultar impopular en estos días. Hoy nadie quiere decir que es aprista, tienen miedo de perder sus empleos, que los releguen en la prensa; pero esa es una decisión personal. Y estando en Semana Santa, no puedo dejar de pensar en las palabras del Cristo reunido con sus apóstoles en Getsemaní, ante la llegada de quienes venían a apresarlo injustamente: “¿Cómo contra un ladrón habéis salido con espadas y palos? Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas”. Se está escribiendo la historia del Perú y estoy seguro de que cuando pasen estos apasionamientos, en cincuenta años los peruanos dirán: en verdad nos equivocamos con este hombre. No robó. Hizo obra por el Perú.
Hasta aquí, estimados lectores de El Montonero, terminaba mi columna de esta semana. Sin embargo, ahora me entero de la muerte de Alan García. Mi más sentido pésame a sus familiares y al pueblo aprista. Y a los hombres y mujeres de mi generación que estuvimos siempre cerca de él, debo decirles que nos toca seguir defendiendo su nombre y del Apra.
Pretendieron hacer con Alan García lo que los sanchezcerristas hicieron con Leguía: vejarlo, Humillarlo. A Leguía le reventaron una granada aún estando hospitalizado. Murió inhumanamente. Pasará el tiempo y sobrevivirán las obras del aprismo. En cien años la historia se leerá de otra manera. Y dará el lugar que corresponde a Alan García.
Los apristas creemos en la historia. Muchas veces, exponemos nuestra propia seguridad y a nuestras familias por defender nuestra idea. Eso posiblemente no lo entiendan quienes no conocen lo que significa ser aprista. Como dije anteriormente, a los líderes se les cuida y se respeta sus decisiones. Quienes crean que este evento fulmina al Apra, se equivocan. A nuestros enemigos políticos, les aseguro que sus hijos y sus nietos serán apristas.
A los peruanos: sepan que no hay tesoro más valioso que la dignidad y el honor de una persona. Recordemos como decía Cervantes de Saavedra, en su obra El Quijote de La Mancha: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.
Disculpen la extensión de estas líneas. Desde mi lugar, cualquiera que me toque ocupar, continuaré defendiendo mis ideas, a mi partido, a mis líderes. Esa es mi decisión. Gracias, Alan García. Siempre defenderemos tu nombre.
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