Manuel Gago
Encuestas: fábrica de ilusiones
Demostramos sesgo de encuestadora

El presidente Martín Vizcarra ignora las funciones del Congreso de la República: fiscalizar, legislar y representar. Para la izquierda antidemocrática y antimercado, socia política de Vizcarra, sí estaba bien que el Congreso, durante la gestión de Ollanta Humala, haya fiscalizado a Alan García durante 26 meses; pero no que se fiscalice al actual Ejecutivo.
Vizcarra pegó el grito al cielo cuando se anunció en el Congreso que las encuestadoras serían investigadas. El Congreso no puede abdicar de sus funciones, como el Ejecutivo renuncia a la suya: de gobernar. En todo caso, ¿usted cree que las encuestadoras reportan la verdad? ¿Dónde estuvo la gran y abrumadora masa vizcarrista el pasado 5 de setiembre, durante la marcha por el cierre del Congreso? Según las encuestadoras, más del 54% de la población apoya al mandatario. Según las imágenes de la manifestación, los marchantes no pasaron de 8,000. “La romería resultó un panzazo”, escribió Mario Ghibellini en El Comercio.
El quid de las encuestas está en el cuestionario, en las preguntas y la manera cómo se plantean. Esto no es un secreto. Orientar o manipular las respuestas es una técnica. Si el cuestionario advierte juicios de valor, sutiles o directos respecto al objeto de la indagación, se sabrá de antemano qué responderá el encuestado.
Además, les cuento. Siendo joven y responsable de la dirección de una popular emisora huancaína, los niveles de sintonía reportados por una encuestadora nacional de prestigio de pronto no eran favorables para la emisora. Con la ayuda técnica de un ex colaborador de la encuestadora, elaboramos nuestra propia encuesta para una ciudad de 165,000 habitantes; es decir, copiamos el trabajo técnico de campo y aumentamos significativamente el número de muestras para cubrir nuestros errores. Encuestamos desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche, tal como supuestamente hacía la prestigiosa encuestadora limeña. Nuestros resultados demostraron el sesgo de la encuestadora. Tercos, como buenos serranos, tocamos la puerta de la encuestadora con un costal de “papelitos mandan” y en el reporte siguiente la emisora obtuvo el lugar que le correspondía.
La encuestadora reculó frente a las pruebas abundantes y contundentes. Es más, defendí mis resultados con uñas y dientes porque los contratos de publicidad dependían de la sintonía de la emisora. Hoy, la publicidad en los medios depende de Vizcarra y compañía. Según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) el Estado gasta S/ 168 millones en publicidad, un incremento de 67% respecto a 2018, desde que Vizcarra asumió la presidencia. Según el diario Expreso, el Estado, por medio de sus instituciones, contrata a las encuestadoras, de S/ 151 millones en 2013 a S/ 571 millones durante la gestión de Pedro Pablo Kuczynski. En este contexto, ¿el doble discurso del presidente Vizcarra es tomado en cuenta por las encuestadoras para elaborar sus cuestionarios?
Por las encuestas publicadas deducimos un país con una mayoría cínica, amoral, egoísta, desvergonzada e individualista. A la mayoría no le interesaría el contubernio que Vizcarra pretendió establecer con un grupo de autoridades antimineras. Tampoco se inmuta por los 1,800 bebes prematuros fallecidos por la falta de incubadoras en los hospitales, el atraso de la reconstrucción del norte, el despilfarro de los mandiles rosados y con los vándalos en Arequipa asustando a la población, protestando violentamente contra el proyecto Tía María.
Según las encuestadoras, a los peruanos nos importa un bledo que 11,500 escolares pierdan clases porque el vandalismo antiminero los quiere en las calles, hostigando a los pobladores, porque el presidente Vizcarra se encoje, se achica, se acobarda, frente a esta violencia y, por el contrario, la alienta.
Si las encuestas recogen la realidad, la población peruana está enferma. El porcentaje alto de personas con nacimiento prematuro son portadores de retardos y parálisis cerebral además de discapacidades físicas. Si esto no se lo hace entender la ministra de Salud al presidente, el Perú está en manos de gente absolutamente improvisada que hace de una supuesta guerra contra la corrupción, la coartada perfecta para anular al adversario político. Si esto —según las encuestas— lo avala la mayoría, somos un país enfermo doblemente.
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