Pedro Corzo

El trabajo forzado en las prisiones castristas

Largas e intensas jornadas de trabajo, llenas de abusos y malos tratos

El trabajo forzado en las prisiones castristas
Pedro Corzo
27 de octubre del 2025

 

Las penitenciarías del sistema penal cubano tienen claras instrucciones de hacerle la vida lo más difícil posible a los presos. Y todos los esbirros que prestan servicio en esas instancias tienen que estar dispuestos a las vilezas más extremas; entre otras, obligar a los sancionados a jornadas de trabajo crueles e inhumanas.

Este es un tema que aborda en un reciente informe la ONG Prisoners Defender, una entidad radicada en España que cumple la difícil tarea de mantenernos informados sobre el presidio político cubano; sin olvidar los numerosos presos de otras categorías que hay en la Isla por las injusticias propias del totalitarismo castrista.

El informe en cuestión alude “la alarmante situación del trabajo forzoso en los centros penitenciarios cubanos, revelando y demostrando, sin dar lugar a la duda, la dolorosa y criminal situación de trabajo forzoso ejercido por el Estado, con fines económicos y punitivos sobre un total de 60,000 de entre los 90,000 internos penales y 37,458 sancionados en régimen abierto en el país.

El documento detalla “que las leyes en Cuba amparan de manera impúdica y explícita el trabajo forzoso de los reos y sancionados. La elaboración de carbón, agrícola, de tabaco o el corte de caña bajo las más inhumanas condiciones de esclavitud, y la producción obtenida de tales labores, es destinada en su totalidad a la exportación, fundamentalmente a países europeos como, por este orden, España, Portugal, Italia, Grecia y Turquía”.

El pliego certifica, además, la histórica complicidad de la Europa Democrática con la dictadura cubana, una relación incomprensible que solo puede justificarse por las añoranzas comunistas o fascistas de algunos líderes del viejo continente que, a través de la Unión Europea, subsidian la dictadura insular, como ha denunciado en numerosas ocasiones la Asamblea de la Resistencia Cubana.

La lectura del valioso informe de Prisoner Defender conduce inexorablemente al Presidio Modelo de Isla de Pinos, una cárcel en la que el trabajo forzado alcanzó un nivel de sordidez comparable a los campos de trabajo de los gulag soviéticos y chinos, muy próximos a los campos de concentración nazis.

El Reclusorio para varones de Isla de Pinos, fue, en lo que al trabajo forzado respecta, un centro de experimentación que fracasó en su empeño. La resistencia constante de los presos y el heroísmo de quienes “plantaron” al Plan de Trabajo Camilo Cienfuegos hizo comprender a la tiranía que estaba obligada a clausurar ese reducto de resistencia para lograr alcanzar el control que deseaba, tal y como afirmó en una de sus conferencias el exprisionero político Ramiro Gómez Barruecos.

En los ominosos planes de trabajo esclavo, el Plan Morejón, que experimentó entre otros el desaparecido Francisco “Paco” Talavera, como el Camilo Cienfuegos, que describe en un excelente artículo otro expreso político, Roberto Jiménez, se puede apreciar la maldad del castrismo, porque a las innumerables horas de labor hay que incorporar los asesinatos, lisiados y la demencia de incontables encarcelados que solo cumplían con el deber de amar a su Patria. 

Las condenas que dicta el sistema penitenciario castristas son muy particulares, una de ellas es la confiscación de los bienes del sancionado, incluidas las viviendas cuando ambos cónyuges han sido penados, lo que ha generado siempre un escenario desesperante para la pareja cuando salen de la cárcel sin tener donde vivir, debido a la crónica escasez de habitaciones que sufre el país; a lo que hay que agregar que siempre disponen que el recluso cumpla la sanción lo más alejado de sus familiares en un país donde transportarse es una agonía.

No obstante, es el trabajo forzoso, en condiciones inhumanas, el castigo más cruel. Largas e intensas jornadas de trabajo, bajo una perenne vigilancia sin que falten abusos y malos tratos, seguido por un ineludible regreso a la soledad carcelaria solo amparada por la espera de la visita familiar que puede ser suspendida por la voluntad de un sicario malhumorado. Esas son las normas en la existencia de un preso en Cuba, sin que importe si es político o de derecho común.

Al trabajo forzado hay que sumarle el hambre que es mucho menos penosa que el hacinamiento, la ausencia de atención médica o la negación del agua. Pero todo ello es superado por el conocimiento de los malos tratos y abusos que sufre la familia, lo más devastador que padece un prisionero.

Pedro Corzo
27 de octubre del 2025

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