Manuel Gago
El país le importa un bledo
Vizcarra abocado a salvar su pellejo

Sin haber sido elegido en ningún proceso electoral, un poder siniestro se apropia del país y utiliza al sector Justicia para perseguir a sus opositores. Y así como Sendero Luminoso esperó más de 20 años para penetrar en la población, sin que esta se diese cuenta, así también ciertos fiscales y periodistas no descansarán en su cometido: un complot sistematizado y coordinado contra el ejercicio libre de la política y la democracia peruana se ha instalado en Perú.
Los fiscales Lava Jato –José Pérez y Rafael Vela– son implacables solo con Keiko Fujimori y el extinto ex presidente Alan García. Poco después de asumir la presidencia, con la anuencia de Fuerza Popular –y teniendo como operador político al ex premier del vizcarrismo, César Villanueva–, Vizcarra fue advertido de lo que vendría: la estrategia de desvío de atención de la población y de las acusaciones por corrupción, incluidos audios y nombres de organizaciones criminales inventadas. La gran prensa magnifica las acusaciones contra Fujimori y García, y los actos de mayor magnitud cometidos por los otros investigados por la Fiscalía –vinculados a ese poder siniestro– son minimizados y hasta ocultados. Y la población machacada con lo mismo cada día. Un plan perfecto de sometimiento, persecución y amedrentamiento.
No obstante, la semana pasada continuaron los “destapes” contra el presidente Martín Vizcarra. Refritos periodísticos para la prensa libre que todavía queda en el país. La empresa del hermano del presidente Martín Vizcarra es investigada por el Ministerio Público en Tacna por haber cobrado de la municipalidad del distrito de Ilabaya S/ 6 millones por obras no realizadas. La constructora CyM, de Vizcarra, sería parte de la organización criminal “Los saqueadores de Ilabaya”, coludidos con las autoridades del distrito para la ejecución de obras y contratación de maquinarias con pagos ilegales.
Asimismo, para la gran prensa nacional recién son noticia los S/ 404 millones que Vizcarra contrató con la empresa Ingenieros Civiles y Contratistas Generales S.A. (ICCGSA) cuando era ministro de Transportes y Comunicaciones. En Moquegua la empresa es archiconocida por los contratos que obtuvo cuando Vizcarra era presidente regional de Moquegua. ¡Lluvia de millones por contratos, y los fiscales Lava Jato ni se inmutan! ¿Dónde está su indignación con la corrupción?
A este clima de engaño y confusión se suman los partidos políticos, huérfanos de aceptación popular y sin posibilidades de superar la valla electoral en las próximas elecciones al Congreso de la República. En Huancayo promueven el voto viciado. Sería la artimaña de los candidatos anticipando su derrota. Algunas encuestas sobre intención de voto señalan que el elector peruano votará de la misma manera como votó en 2016: por la democracia y el sistema económico de mercados abiertos que representaban los partidos Peruanos por el Kambio (PpK) y Fuerza Popular (FP). Es decir, el marxismo y la izquierda peruana juntos no lograrían suficientes escaños para intentar modificar el capítulo económico de la Constitución de 1993.
En su afán por recuperar popularidades huecas, Vizcarra ha anunciado una nueva etapa de la lucha anticorrupción en 2020. En lugar de gestionar la economía para reducir la pobreza, el desempleo y la informalidad de la población, Vizcarra pelea y abandona la dirección del país. El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) ha confirmado el paupérrimo crecimiento nacional 2009: 2.09% del producto bruto interno (PBI). Asimismo, debido a la falta de inversiones privadas, según el ministerio de Trabajo (MTPE), 1.30 millones de jóvenes en edad productiva no trabajan y 400,000 ni estudian ni trabajan. Por ejemplo, las empresas Teck Resources Limited (Canadá) y Mitsubishi Materials Corporation (Japón), concesionarias del proyecto minero Zafranal (en Arequipa, de US$1,400 millones) evalúan la posibilidad de abandonar el proyecto por la ausencia de garantías jurídicas, el incremento de los conflictos y la falta de seguridad por parte del Ejecutivo de Vizcarra.
Como a la izquierda antisistema, a Vizcarra no le interesa el desarrollo social y económico del país. Le interesa defender su pellejo de las investigaciones en su contra. Literalmente, el país le interesa un bledo.
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