Jorge Villena
El extremo centro
No están con uno ni con otro, sino todo lo contrario

En el año 2005 participé en el Congreso Juvenil del Partido Acción Nacional (PAN), en Guanajuato (México). Había elecciones internas y se presentaban varios precandidatos. Uno de ellos contó que su padre había sido eterno dirigente del PAN, y que su familia siempre lo criticaba por perder tiempo y dinero en el partido, cuando siempre ganaba fraudulentamente el PRI. Así que mi amigo se decidió por el voluntariado universitario para no exponerse a los riesgos de la política, como su padre. Pero ocurrió un día que en una de las actividades del voluntariado algo salió mal y comenzó la discusión. Hasta que el líder del grupo les dijo: “¿No se dan cuenta que a punta de campañas de voluntariado no vamos cambiar la realidad de nuestro país?”. Fue entonces que este joven universitario entendió a su padre, decidió unirse al PAN, ser líder de la juventud, luego presidente del partido y, en el 2006, Presidente de México. El nombre de ese joven es Felipe Calderón.
No conozco a un líder que haya logrado llegar a “primera división” y que no tenga esa pasión torrencial por la política. Son gente que vive, come y sueña con la política; gente sin tiempo libre, con la familia en segundo plano, dedicados enteramente a la apasionante lucha política que, como toda pasión, no entiende de razones. Por eso resulta llamativo encontrar a una nueva generación de políticos light, chicas y chicos bien, que vienen del mundo de las empresas privadas u oenegés; y que creen que solo necesitan ser buenos gerentes públicos, como si la política se pudiera gerenciar. Jóvenes que a la hora de tomar posiciones no se definen, no se la juegan, son incoloros, inodoros e insípidos.
Ese es el extremo centro: no están con uno ni con otro, sino todo lo contrario. Son tan de centro que son liberales y también socialistas, conservadores y progresistas, creen en el estatismo y en el mercado. Son todo y al mismo tiempo no son nada.
El político que quiere cambiar la historia debe saber que tendrá que pelear en el barro, y muchas veces solo logra el poder cuando ha descendido lo suficiente. Si no quieres ensuciarte, regresa a tu cómoda oficina, esto no es lo tuyo. Todavía existe el voluntariado en la parroquia más cercana o puedes unirte a los bomberos.
La política no se hace en el vacío, no es neutra. Muchas veces no hay una opción correcta y toca elegir por lo menos perjudicial. Pero se necesita decisión ,porque en momentos de grave crisis no podemos quedarnos en las cómodas instalaciones de la indignación, dejando que otros decidan nuestro futuro. La realidad de nuestro país no va a cambiar ignorándola, sino asumiendo el papel que nos toca.
Frente a la amenaza chavista, mi voto será por la alternativa que garantice la libertad y la democracia: votaré por Keiko Fujimori con la esperanza que su gobierno recupere pronto el tiempo perdido, volvamos a vivir en libertad, sin miedo, a reabrir los negocios y a recuperar los empleos. Volver a sonreírnos, a abrazarnos.
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