Manuel Gago

Discursos estériles

Hablar bien no es suficiente para gobernar

Discursos estériles
Manuel Gago
17 de marzo del 2019

 

La elección de Salvador del Solar como primer ministro nos confirma una vez más la preponderancia del relato estéril en el Gobierno de Martín Vizcarra. En tiempos de tantos reclamos populares por mejores servicios públicos (una responsabilidad del Estado), innovación y velocidad en los mercados internacionales y desarrollo de tecnologías como la digital, las autoridades, además de ser “buenos comunicadores”, deberían ofrecer resultados oportunos a la población.

Fue el ex presidente Ollanta Humala quien, con relatos engañosos, manipuló las ilusiones de la población. Ofreció gas barato para ganar las elecciones de 2011, sabiendo que su ofrecimiento carecía de sustento técnico. Peor aún, el acuerdo binacional de 2015, entre Perú y Bolivia, establecía la venta de gas boliviano en Perú cuando la construcción del Gasoducto Sur Peruano (GSP) estaba en marcha, concesionado a la constructora Odebrecht. ¿Para qué construir una infraestructura gasífera (de US$ 7,000 millones) si se compraría gas a Bolivia?

Humala se llenaba la boca señalando que “la niña de sus ojos” eran los programas sociales. Para Humala y para la izquierda parasitaria, la pobreza se resuelve con asistencialismo estatal en lugar de inversiones que promuevan el trabajo y la riqueza. Con el humalismo la anemia alcanzó picos de hasta por encima del 50% en menores de entre 6 y 36 meses de edad. Las denominadas “chispitas” (sobres conteniendo concentrados de hierro, zinc, ácido fólico y vitaminas) no resultaron. En la distribución se “pierden” grandes cantidades, y los niños que comenzaron a ingerirlos no lo hacen después. Por los resultados, ¡un fracaso total!

No obstante el incremento del presupuesto y el evidente fracaso de los programas sociales, sectores amplios de la población todavía creen en los relatos fantasiosos de una izquierda estancada en el siglo XX. Una izquierda que quiere resolver los problemas nacionales con más intervención del Estado y más leyes. El gobierno de Vizcarra, que siguió al de Pedro Pablo Kuczynski, es la continuación del quinquenio perdido de Humala.

Y así como el referéndum impulsado por el presidente Vizcarra ha sido un engaña muchachos, así también lo es el tema de la paridad de género. Relatos simplones, huecos, vacíos e insustanciales están dominando el país. La economía está paralizada. Vizcarra no elucubra una idea sobre cómo reducir la informalidad del 75% de peruanos económicamente activos. Las autoridades que se “comunican bien” deben saber qué comunicar para poder ganarse el pleito e intentar resolver los problemas.

Los discursos bien intencionados solo encandilan a los jóvenes ganados por la frivolidad y el esnobismo, reñidos con el conocimiento profundo. Y a los vejetes gobernados por sus odios, aquellos que ni siquiera observan la realidad y las urgencias nacionales. No escarmentaron con los resultados desastrosos de la dictadura socialista de Juan Velasco, las indecisiones de Fernando Belaunde y el primer Gobierno de Alan García, que no desarmaron el andamiaje estatista, mercantilista y corrupto organizado por los militares durante el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968-1980).

Según Fernando Rospigliosi, del Solar “no es una persona dialogante”. Para Fernando Vivas “la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) no es una fiesta de limeños”. Los problemas más agudos del país están lejos de Lima. En el Marañón y Camisea, atrapados por bandas de taladores ilegales, contrabandistas, narcotraficantes y senderistas cobijados en los montes. En el Cusco y Apurímac, con bandas de delincuentes disfrazados de dirigentes comunales, que pretenden cobrar cupos a los camiones que transportan minerales. En Puno, Arequipa y Moquegua, liados por el proyecto Paltiture, detenido por el caprichoso Walter Aduviri, gobernador de Puno, quien además se opone a la producción de litio del yacimiento de Macusani en Carabaya.

A Vizcarra le basta solamente “el compromiso y la voluntad que muestra el nuevo Gabinete” y nada más. No existen las propuestas innovadoras y reformistas por las que votó la mayoría de peruanos en 2016. La izquierda oenegera tiene atrapado al Ejecutivo y quiere gobernar a partir del 2021. Vizcarra es el trampolín. Hasta el momento, el referéndum, que sirvió para distanciar a los peruanos, y el prurito de la paridad de género, que pone en riesgo la gestión pública, son las únicas dos “grandes obras” del moqueguano que se encontró la presidencia de la República.

 

Manuel Gago
17 de marzo del 2019

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