Manuel Gago
Democracia y libertades salvadas por ahora
Seguir con la camiseta rojiblanca puesta

Según los primeros resultados de la segunda vuelta electoral, Keiko Fujimori gana la presidencia de la República por estrecho margen. Se impone sobre intentos de fraude y violencia protagonizados por personas relacionadas con Perú Libre, que postuló a Pedro Castillo. El país estuvo a punto de caer en las garras del comunismo internacional, liderado en Latinoamérica por Cuba y Venezuela. No son los pobres, las injusticias y las desigualdades las preocupaciones de estos comunistas, sino la apropiación de las riquezas nacionales para hacer millonarias a sus cúpulas a costa de la pobreza de todos.
El peligro no termina, continúa, está latente. El marxismo extremista vinculado al terrorismo está empoderado. No descansa. Ha logrado colocar agitadores profesionales en el Parlamento y ha llegado a pelear la presidencia en el balotaje. Y seguirá organizando la paralización de proyectos de desarrollo nacional, así como dando amparo y tribunas a los disociadores violentistas, y boicoteando la tranquilidad social y el crecimiento económico. El triunfo de la democracia y las libertades no es, entonces, completo; y la guerra para mantenerlos no es tarea exclusiva de Keiko, sino de todos los peruanos. Enfrentar y reducir al enemigo principal –¡el comunismo!– tomará tiempo y mucho esfuerzo. Después de un proceso tan agresivo no podemos abandonar las alertas.
Keiko está obligada a realizar un buen gobierno; de lo contrario, más adelante los resultados pueden ser distintos. Hay que generar más inversiones, trabajo y oportunidades para reducir la pobreza, el desempleo y las diferencias entre pobres y pudientes. Como lo hizo Alberto Fujimori en el interior del país, esta es la tarea principal: postas médicas, reservorios de agua, colegios y más alimento, útiles y uniformes para los escolares. Obras de verdad: carreteras, puentes, colegios, hospitales, Internet. ¡Justicia! Mejores servicios médicos y educativos.Y la reducción de los niveles de violencia y criminalidad vinculados al narcotráfico.
La primavera de Keiko en el gobierno durará poco, aun con técnicos de lujo a su alrededor. La calle arderá. Los comunistas agitarán y buscarán víctimas mortales para argumentar su posición extremista. Las percepciones de la población deben empatar con la realidad. ¡Basta de manipular los hechos! La responsabilidad de los medios de comunicación es vital para la sobrevivencia de la democracia. Estuvimos a un pelo del sometimiento comunista después de 20 años de despiadados ataques contra la ahora presidenta del Bicentenario.
Esta contienda electoral ha demostrado que hasta en las “mejores familias” están presentes los totalitarios potenciales y tontos útiles. Hay entonces mucho por delante. No bastan los avances económicos, las inversiones y las estadísticas. Y los cambios de paradigmas no se hacen de la noche a la mañana. La penetración del marxismo ha sido un trabajo consistente y de largo alcance. Revertir esta situación requiere la competencia de todos los demócratas. El ejemplo es la mejor escuela. Basta de ninguneos, choleos y exhibiciones de riqueza que afectan gravemente a la sociedad. ¿Con qué cara podemos pedirle el voto por la democracia y la libertad a las personas que no poseen propiedades y son maltratadas diariamente?
Seguir con la camiseta rojiblanca puesta es obligación de los demócratas comprometidos. La amenaza totalitaria no termina con la elección de Keiko. Las propiedades y riquezas de unos cuantos –que están en deuda con las personas mayores, jóvenes entre 18 y 25 años y miles de trabajadores informales de las pequeñas y medianas inversiones– no han sido defendidas por los electores. Se ha votado por la libre elección, el mercado, la competencia, el progreso y el ingenio individual, en lugar de los “clavos de hierro de la sujeción” y la barbarie comunista.
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