Manuel Gago

Confianza con chaveta

Prepotencia típica de dictadores

Confianza con chaveta
Manuel Gago
02 de junio del 2019

 

El presidente de la República, Martín Vizcarra, volvió a cruzar la línea de las buenas maneras durante el mensaje a la nación, planteando la cuestión de confianza. Con esto, el nivel de estadista, que debería hacer prevalecer, descendió al nivel de las chavetas. El mandatario cree que con su imposición chabacana –de aprobar sus proyectos de “reforma” en 15 días, sin desnaturalizarlos– encarna el sentir de una población que mayoritariamente todavía apoya su gestión, influenciada por los titulares de la prensa consorciada, favorecida con la publicidad estatal.

La presencia de los gobernadores regionales durante el mensaje, convocados en el último momento para crear un escenario de apoyo total, nos indica un alto grado de astucia y manipulación. Guión y montaje perfectos para engatusar a las masas furibundas.

No obstante, si la mayoría en el Congreso accede a la cuestión de confianza, el Congreso merece ser cerrado. Al margen de sus desaciertos, obstrucciones, encubrimientos, evidente pobreza intelectual y moral de algunos de sus miembros y desentendimientos por el progreso del país –por no haber promovido reformas relacionadas con la economía y el Estado–, el Congreso no debería permitir la intromisión del Ejecutivo en sus fueros. Por cuestión de principios, los congresistas deberían defender la independencia de la institución que los cobija. Cerrar filas alrededor de la separación de los poderes, cueste lo que cueste. La institucionalidad no puede ser avasallada por oportunistas y mediocres. La chaveta no puede atarantar a nadie.

La impertinencia e inconstitucionalidad no pueden continuar. En este caso, bien ha hecho el presidente del Tribunal Constitucional (TC), Ernesto Blume, parándole los machos a Vizcarra. El magistrado ha señalado que la cuestión de confianza presentada ante el Congreso es inconstitucional. El Ejecutivo no puede imponer leyes constitucionales en el Congreso.

Las dichosas “reformas” que propone Vizcarra han servido para levantar la popularidad del mandatario, con el apoyo de las portadas de los medios oficialistas. Estas “reformas” son utilizadas para impulsar la candidatura de Vizcarra a la presidencia, asociada con un sector de la izquierda miraflorina y ciertas ONG vinculadas a intereses extranjeros. Las “reformas” sirven para ocultar a los coimeadores del caso Lava Jato: las constructoras peruanas consorciadas con la brasileña Odebrecht. Sirven para distraer a la población de la evidente incapacidad de Vizcarra para resolver los verdaderos problemas del país (anemia infantil, economía paralizada, avance de la inseguridad ciudadana, desempleo, pobreza, informalidad).

“En esta lucha iremos hasta las últimas consecuencias”, ha dicho Vizcarra. Esto sería cerrar el Congreso y convocar a una Constituyente. Planteamientos viejos. Hace más de 20 años Sendero Luminoso y la izquierda peruana pretenden deshacerse del capítulo económico de la Constitución de 1993. El objetivo es arrebatarle al país sus posibilidades de bienestar generalizado. La estrategia es paralizar el crecimiento económico para crear las condiciones favorables a candidaturas mercantilistas, controlistas y totalitarias. Tal parece que Vizcarra estuviera en esa línea.  

Al vizcarrismo no le importa el Estado de derecho. Está destrozando la separación de poderes. En Las Bambas pretende obligar a los fiscales y jueces a desestimar las investigaciones por los delitos de extorsión cometidos por los asesores, dirigentes y pobladores de Fuerabamba. Además, miente con desparpajo. La construcción del nuevo gasoducto del sur sería una estafa. Los reportes de reservas probadas de gas de Camisea estarían siendo alterados para justificar la construcción del ducto: no hay gas porque no hay exploración. Y no hay exploraciones de hidrocarburos porque Vizcarra está en guerra con el Congreso, en lugar de plantear políticas energéticas de largo alcance.

En su mensaje, Vizcarra manipula la verdad tal como lo hace la izquierda. En todo caso, la guerra continúa. La prensa vizcarrista seguirá yendo por el lado de las chairas, en lugar de fomentar el debate con cabezas frías.

 

Manuel Gago
02 de junio del 2019

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