Eduardo Vega

Casma como ciudad pivote estratégica para la costa norte

Punto de quiebre para el desarrollo territorial del litoral

Casma como ciudad pivote estratégica para la costa norte
Eduardo Vega
01 de agosto del 2025


En la costa de Áncash, tradicionalmente relegada frente a polos urbanos mayores, emerge una ciudad con potencial estratégico: Casma, con cerca de 40,000 habitantes urbanos, ofrece una posición privilegiada en la intersección de dos grandes corredores de crecimiento: uno hacia el norte (Trujillo-Chimbote) y otro hacia el sur (Chancay-Lima).

La dinámica territorial del Perú exige una re-lectura de sus ciudades intermedias, no como satélites menores, sino como nodos funcionales, articuladores y con vocación económica eficaz. Casma cumple con estas condiciones. Su actividad agrícola y turística, junto con la creciente conectividad vial, la convierten en un espacio que merece atención de los planificadores y actores públicos.

Conectividad hacia el norte: agricultura y turismo como ejes

Casma mantiene vínculos naturales con Chimbote, ciudad que forma parte de una conurbación metropolitana consolidada junto con Nuevo Chimbote y otros distritos de la provincia de Santa. Esta área metropolitana alcanza una población total estimada en 410,000 habitantes, siendo el principal núcleo pesquero-industrial de Áncash. Más al norte se encuentra Trujillo, cuya área metropolitana supera el millón de habitantes, incluyendo su núcleo urbano y periferia económica.

Desde los valles de Casma y Nepeña, la ciudad suministra productos agrícolas frescos, competitivos y de amplia demanda, aportando a la seguridad alimentaria regional. Además, su valor patrimonial y ambiental —con sitios arqueológicos como Sechín, las fortalezas astronómicas de Chanquillo, los petroglifos de Pampa de las Llamas, y paisajes costeros aún poco explotados— representa un complemento turístico de alto interés que amplía la oferta cultural del norte.

La articulación con Trujillo mediante la Panamericana Norte permite a Casma insertarse en una cadena de valor agrícola, turística y de servicios avanzados, con posibilidad de integración a mercados más sofisticados. La cuestión está en cómo capitalizar esta conexión sin quedar subordinada a las grandes urbes.

Mirada al sur: oportunidad logística en expansión

La próxima operación del Megapuerto de Chancay, al norte de Lima, abre una nueva ventana para Casma. Está conectada por vía terrestre con Huarmey (20,000 habitantes), y con ciudades del norte limeño como Barranca (65,000 habitantes), Paramonga (30,000) y Huacho, cuyo núcleo urbano supera los 100,000 habitantes y forma parte de una conurbación costera en expansión.

Este eje sur se consolida como un corredor productivo, comercial y competitivo de nivel nacional. Casma tiene el potencial de convertirse en una plataforma agroexportadora: sus tierras fértiles, vocación agrícola y cercanía a centros urbanos, sumadas a la posibilidad de acceder al mercado asiático vía Chancay, crean condiciones propicias.

Lo que falta es inversión en infraestructura complementaria: parques industriales, centros de acopio y un sistema de transporte eficiente, robusto y sostenible, incluyendo el componente ferroviario. La cercanía con destinos turísticos y patrimoniales de escala internacional, como Caral en Barranca —la civilización más antigua de América— puede enriquecer este corredor con un valor cultural adicional.

Una apuesta por la articulación regional

Pensar en Casma es pensar en una nueva lógica de desarrollo territorial. No se trata solo de conectar puntos en el mapa, sino de generar circuitos económicos integrados, con capacidad para retener población, generar empleo y redistribuir oportunidades.

Casma puede cambiar su historia y con su despliegue, la de otras similares: una ciudad intermedia que toma la iniciativa y empieza a emprender proyectos transformadores, que deja de mirar solo hacia Lima y en vez de ello, busca y trabaja su lugar en la dinámica nacional. Fortalecer su conectividad, modernizar su agricultura y dotarla de infraestructura logística no es solo una inversión en una ciudad, sino en el desarrollo territorial del país. Para lograrlo, se requiere la participación activa del sector privado como motor de inversión, innovación y empleo, y el compromiso del Estado para asegurar un entorno institucional estable, ágil y transparente que permita que ese potencial se concrete y se sostenga en el tiempo.

Eduardo Vega
01 de agosto del 2025

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